Skip links

Detrás de la cámara

¡Hola! Soy Verónica Arizcuren Santos. Ya que has llegado hasta aquí y te has interesado por mi trabajo, quiero hablarte un poco sobre mí.

Desde niña me apasionaba dibujar y hacer fotos. Uno de mis juegos favoritos era disfrazar a mi hermano, siete años menor que yo, y pedirle que hiciera saltos o poses mientras yo capturaba esos momentos con mi cámara. Nos divertíamos muchísimo y, cuando mis padres revelaban los carretes, entendían perfectamente porqué estábamos tan entretenidos.

En nuestras vacaciones familiares, me convertí en la fotógrafa oficial desde que mi tía me regaló mi primera cámara en mi comunión.

Cuando llegó la adolescencia, esa etapa tan revuelta (dejémoslo ahí…), empecé bachillerato tecnológico, pero fue un absoluto fracaso. Lo mío siempre había sido el arte, así que cambié a bachillerato artístico, donde elegí fotografía como asignatura optativa. Ahí fue cuando tuve un auténtico flechazo y decidí que quería dedicarme a esto. También me atraía la decoración, pero la fotografía siempre me llamaba con más fuerza.

Desde que finalicé mis estudios en 2009, la fotografía ha sido mi refugio, mi forma de evadirme y mi manera de vivir el momento presente. Cuando miro a través del visor y os observo, cuando capto vuestras emociones y sentimientos, sé que estoy haciendo algo más que una simple fotografía: estoy congelando un instante para que podáis recordarlo siempre.

Siempre he disfrutado con los niños y las niñas. Desde pequeña tuve un instinto maternal muy fuerte y supe que, en mi vida, la maternidad ocuparía un lugar importante. Y así fue: tuve la suerte de encontrar a mi “yang” y, juntos, creamos a dos pequeñas revoluciones. Desde 2017, mi vida cambió por completo. Fueron años de mucho crecimiento y autoconocimiento, pero incluso en los momentos más oscuros, la fotografía siguió siendo mi refugio, mi manera de expresar, de dar cariño y de poner en valor el sentimiento familiar.

La fotografía de bebés, txikis y familias es donde más disfruto. Juego, río, soy feliz… y quiero transmitiros esa felicidad. Quiero que mis fotos os hablen, os abracen, os calmen y os arranquen una sonrisa o una lagrimita. Que os emocionen.

Porque a mí, la fotografía me emociona. Y tengo la gran suerte de ser testigo de los momentos más felices de vuestras vidas.

Ahora que ya sabes más sobre mí… ¿te vienes?

Ir al contenido